Por María Teresa Gallego Urrutia Porque me ha gustado mucho y me ha emocionado el trujamán del 11 de marzo de mi amigo y colega Adan Kovacsics, me permito añadirle una a modo de posdata. Dice Adan en Heridas del lenguaje «A la pregunta: “¿Cómo llegó usted a la traducción?”, nadie contestó en aquella mesa redonda diciendo que fue una opción profesional como otra cualquiera; todos se refirieron a fallas o heridas». Y al leerlo pensé que, en mi caso, debería referirme más bien a lo contrario: la lengua que me hizo bilingüe fue, más bien, el bálsamo que curó una herida, el refugio que me amparó. Nacida en la posguerra de la Guerra Civil española y en una familia de vencidos, del exilio interior, creo que sentí inconscientemente desde muy pequeña, la lengua en que vivía como una agresión. No de paredes de mi casa para adentro, donde las palabras eran otras; ni en los libros que se alineaban en las paredes de mi casa; pero sí en el mundo exterior. Ese mundo exterior que se metía dentro de ca...
Instituto de Estudios Superiores de Tamaulipas