Comentario sobre el artículo "Jergas" de Mariano Antolín Rato, publicado en 2010 en "El Trujamán," revista de traducción del Centro Virtual Cervantes.
Por Jaqueline del Ángel, alumna de la Licenciatura en Idiomas del IEST.
La traducción siempre es un reto, pero, desde mi punto de vista, la traducción literaria presenta un reto mucho mayor, porque si bien se requiere de las habilidades naturales del traductor, también se necesita de su ingenio en particular para entender la obra, su esencia, qué dice y, primordialmente, qué es lo que el escritor planea decir en realidad. Es por eso que creo el traductor en este ámbito de la literatura, necesita ser un ávido lector y una persona particularmente ingeniosa.
Es precisamente en las jergas, donde el ingenio y astucia del traductor se pone en marcha, ya que como es natural, las jergas existen en todos los países y entornos sociales, y desde luego, sus significados varían. Por ejemplo, aquí en México nos referimos por ‘’quemar’’ al acto de adquirir una mala reputación por haber dicho o hecho algo; sin embargo, en países sudamericanos como Perú, significa apuntar con un arma de fuego a alguien.
Muy lejos estoy todavía de convertirme en una traductora profesional, pero sí he hecho mis intentos con pequeños párrafos de libros o canciones, incluso, hasta viendo películas. En esa breve experiencia personal, he notado que el ‘’secreto’’ está en primero tratar de entender la obra en su idioma original, leerlo varias veces e interpretarlo, no traducirlo directamente. Una vez un americano me dijo: ‘’Deja de pensar en español al traducir, primero intenta entenderlo en su idioma original y después lo interpretas’’ y creo que es un consejo muy acertado. Si uno intenta traducir de inmediato la obra sin siquiera entender su esencia, la adaptación no puede ser buena.
Repito nuevamente el ejemplo de la expresión ‘’quemar’’, ¿cómo voy a saber si se refiere a adquirir una mala reputación, a apuntar con un arma de fuego a alguien o simplemente arder, si no me detengo a analizar el contexto del párrafo? También considero importante el analizar si el autor intenta adquirir entonaciones sarcásticas, o si quizá utiliza juegos de palabras que en su región sí tienen sentido pero aquí es difícil de traducir. Creo que es aquí donde se emplean las estrategias de compensación y adaptación, es decir, no tengo tus palabras en mi región, aquí no significan lo mismo o no tienen sentido, pero yo idearé la forma de llegar al mismo objetivo con palabras o expresiones similares.
Incluso el traducir una sola palabra puede ser un problema si dicha palabra es el título de una obra, tal es el caso de Junkie, escrita por William Burroughs. En este artículo escrito por el traductor Mariano Antolín Rato, explica cómo batalló Martín Lendínez (otro traductor) a la hora de intentar traducir al castellano la palabra ‘’Junkie’’, dónde relata que después de varias jaquecas, optó por traducir la palabra a ‘Yonqui’’ en la portada y en letras pequeñas y entre comillas el título en su idioma original. Es por eso que me agradó este artículo en particular, ya que el autor del mismo te describe los dolores de cabeza que sus colegas tienen, incluso después de años de experiencia.
En el mundo de la traducción, deben existir cientos de estrategias para estos casos, así como también consejos por parte de gente con años de experiencia en este ámbito laboral. Es un reto, desde luego que sí, pero supongo nada puede ser mejor que, después de unas buenas jaquecas, conseguir un trabajo digno y una adaptación respetable.
Por Jaqueline del Ángel, alumna de la Licenciatura en Idiomas del IEST.
La traducción siempre es un reto, pero, desde mi punto de vista, la traducción literaria presenta un reto mucho mayor, porque si bien se requiere de las habilidades naturales del traductor, también se necesita de su ingenio en particular para entender la obra, su esencia, qué dice y, primordialmente, qué es lo que el escritor planea decir en realidad. Es por eso que creo el traductor en este ámbito de la literatura, necesita ser un ávido lector y una persona particularmente ingeniosa.
Es precisamente en las jergas, donde el ingenio y astucia del traductor se pone en marcha, ya que como es natural, las jergas existen en todos los países y entornos sociales, y desde luego, sus significados varían. Por ejemplo, aquí en México nos referimos por ‘’quemar’’ al acto de adquirir una mala reputación por haber dicho o hecho algo; sin embargo, en países sudamericanos como Perú, significa apuntar con un arma de fuego a alguien.
Muy lejos estoy todavía de convertirme en una traductora profesional, pero sí he hecho mis intentos con pequeños párrafos de libros o canciones, incluso, hasta viendo películas. En esa breve experiencia personal, he notado que el ‘’secreto’’ está en primero tratar de entender la obra en su idioma original, leerlo varias veces e interpretarlo, no traducirlo directamente. Una vez un americano me dijo: ‘’Deja de pensar en español al traducir, primero intenta entenderlo en su idioma original y después lo interpretas’’ y creo que es un consejo muy acertado. Si uno intenta traducir de inmediato la obra sin siquiera entender su esencia, la adaptación no puede ser buena.
Repito nuevamente el ejemplo de la expresión ‘’quemar’’, ¿cómo voy a saber si se refiere a adquirir una mala reputación, a apuntar con un arma de fuego a alguien o simplemente arder, si no me detengo a analizar el contexto del párrafo? También considero importante el analizar si el autor intenta adquirir entonaciones sarcásticas, o si quizá utiliza juegos de palabras que en su región sí tienen sentido pero aquí es difícil de traducir. Creo que es aquí donde se emplean las estrategias de compensación y adaptación, es decir, no tengo tus palabras en mi región, aquí no significan lo mismo o no tienen sentido, pero yo idearé la forma de llegar al mismo objetivo con palabras o expresiones similares.
Incluso el traducir una sola palabra puede ser un problema si dicha palabra es el título de una obra, tal es el caso de Junkie, escrita por William Burroughs. En este artículo escrito por el traductor Mariano Antolín Rato, explica cómo batalló Martín Lendínez (otro traductor) a la hora de intentar traducir al castellano la palabra ‘’Junkie’’, dónde relata que después de varias jaquecas, optó por traducir la palabra a ‘Yonqui’’ en la portada y en letras pequeñas y entre comillas el título en su idioma original. Es por eso que me agradó este artículo en particular, ya que el autor del mismo te describe los dolores de cabeza que sus colegas tienen, incluso después de años de experiencia.
En el mundo de la traducción, deben existir cientos de estrategias para estos casos, así como también consejos por parte de gente con años de experiencia en este ámbito laboral. Es un reto, desde luego que sí, pero supongo nada puede ser mejor que, después de unas buenas jaquecas, conseguir un trabajo digno y una adaptación respetable.