Pesa 762 kilogramos. Una auténtica lápida de basalto negro o granito de más de un metro de altura. La Piedra Rosetta es conocida en todo el mundo por haber sido la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios. Se trata, efectivamente, de una piedra en la que están grabadas tres inscripciones en dos idiomas. Las dos primeras inscripciones están en la lengua del antiguo Egipto, una en jeroglíficos, y la otra en demótico el idioma egipcio popular, pero con un tipo de caligrafía más tardío que se usó para documentos legales o de negocios. La tercera inscripción está en griego.
La piedra fue descubierta por soldados franceses en 1799, en plena época de Napoleón, mientras se encontraban excavando en los cimientos de un fuerte cerca de la ciudad egipcia de el-Rashid (Rosetta). En 1801 pasó a manos inglesas, y desde 1802 se exhibe en el Museo Británico.
Pero ¿qué dicen las inscripciones de la Piedra Rosetta? Se trata de un decreto dictado por un consejo de sacerdotes acerca del culto de Ptolomeo V en el primer aniversario de su coronación. Sin duda, fue la inscripción en griego la que llevó a poder descifrar los jeroglíficos de la misma piedra, y así, también se pudieron descifrar otros jeroglíficos descubiertos posteriormente.
Fueron dos científicos, el inglés Thomas Young, y el francés Jean- François Champollion, los que se percataron de la asociación entre los jeroglíficos y los sonidos del idioma egipcio. Es decir, los jeroglíficos eran fonogramas, y no ideogramas, como siempre se había pensado. Champollion llegó a esta conclusión, en gran medida, al comprobar que en la piedra había 1,419 caracteres egipcios y 486 palabras griegas. A Champollion le ayudó el hecho de que conocía varias lenguas orientales, entre ellas el copto, lengua relacionada con el demótico. Así, el joven investigador francés pudo encontrar la correlación entre los tres tipos de escritura.
Es, pues, obvio que la Piedra Rosetta no es en sí un diccionario, pero gracias a ella y al trabajo de Young y Champollion, el misterioso mundo de los jeroglíficos y de la historia y la cultura del antiguo Egipto se han convertido en algo más cercano y comprensible.
La piedra fue descubierta por soldados franceses en 1799, en plena época de Napoleón, mientras se encontraban excavando en los cimientos de un fuerte cerca de la ciudad egipcia de el-Rashid (Rosetta). En 1801 pasó a manos inglesas, y desde 1802 se exhibe en el Museo Británico.
Pero ¿qué dicen las inscripciones de la Piedra Rosetta? Se trata de un decreto dictado por un consejo de sacerdotes acerca del culto de Ptolomeo V en el primer aniversario de su coronación. Sin duda, fue la inscripción en griego la que llevó a poder descifrar los jeroglíficos de la misma piedra, y así, también se pudieron descifrar otros jeroglíficos descubiertos posteriormente.
Fueron dos científicos, el inglés Thomas Young, y el francés Jean- François Champollion, los que se percataron de la asociación entre los jeroglíficos y los sonidos del idioma egipcio. Es decir, los jeroglíficos eran fonogramas, y no ideogramas, como siempre se había pensado. Champollion llegó a esta conclusión, en gran medida, al comprobar que en la piedra había 1,419 caracteres egipcios y 486 palabras griegas. A Champollion le ayudó el hecho de que conocía varias lenguas orientales, entre ellas el copto, lengua relacionada con el demótico. Así, el joven investigador francés pudo encontrar la correlación entre los tres tipos de escritura.
Es, pues, obvio que la Piedra Rosetta no es en sí un diccionario, pero gracias a ella y al trabajo de Young y Champollion, el misterioso mundo de los jeroglíficos y de la historia y la cultura del antiguo Egipto se han convertido en algo más cercano y comprensible.